jueves, 18 de junio de 2009

"El Mito de la Muerte"

Este estudio fue realizado en el año 2007 en el marco de la cátedra de Muralismo y Arte Público Monumental de la FBA.
La temática tiene que ver con la historia Pre-colombina. se trata del Mito de la Muerte narrado por Eduardo Galeano en el libro "Memoria del Fuego I":

La Muerte

El primero de los indios modoc, Kumokums, construyó una aldea a orillas del río. Aunque los osos tenían buen sitio para acurrucarse y dormir, los ciervos se quejaban de que hacía mucho frío y no había hierba abundante.
Kumokums alzó otra aldea lejos de allí y decidió pasar la mitad de año en cada una. Por eso partió el año en dos, seis lunas de verano y seis de invierno, y la luna que quedaba quedó destinada a las mudanzas.
De lo más feliz resultó la vida, alternada entre las dos aldeas, y se multiplicaron asombrosamente los nacimientos; pero los que morían se negaban a irse, y tan numerosa se hizo la población que ya no había manera de alimentarla
Kumokums decidió, entonces, hechar a los muertos. Él sabía el jefe del país de los muertos era un gran hombre y que no maltrataba a nadie.
Poco después, murió la hijita de Kumokums. murió y se fué del país de los modoc, tal como su padre había ordenado.
Desesperado Kumokums consultó al puescoespín.
_Tú lo decidiste (opinó el puercoespín), y ahora debes sufrirlo como cualquiera.
Pero Kumokums viajó hacia el lejano país de los muertos y reclamó a su hija.
_Ahora tú hija es mía (dijo el gran esqueleto que mandaba allí). Ella no tiene carne ni sangre. ¿Qué puede hacer ella en tu país?.
_Yo la quiero como sea (dijo Kumokums).
Largo rato meditó el jefe del país de los muertos.
_Llévatela (admitió). Y advirtió;
_ella caminará detrás de tí. Al acercarse al país de los vivos, la carne volverá a cubrir sus huesos. Pero tú no podr´ñas darte vuelta hasta que hallas llegado. ¿Me entiendes?. Te doy esta oportunidad.
Kumokums emprendió la marcha. La hija caminaba a sus espaldas.
Cuatro veces le tocó la mano, cada vez más carnosa y cálida, y no miró hacia atrás. Pero cuando ya asomaban en el orizonte, los verdes bosques, no aguantó las ganasy volvió la cabeza. Un puñado de huesos se derrumbó ante sus ojos.

Eduardo Galeano

1 comentario:

  1. Zarpadamente grosso. Si no tenes donde guardarlo yo lo expongo en casa por tiempo indeterminado.




    Adan.

    ResponderEliminar